Nadal y Berdych definen el titulo de Wimbledon

Para el ganador de Roland Garros y el mejor posicionado en el ránking mundial, dar un paso más en la historia del tenis se ha convertido, casi, en costumbre.
Lo que no creía posible, lo "inimaginable", según él mismo expresó, es ya una realidad para el segundo favorito, quien apenas hace unos años tan sólo ambicionaba adaptarse a la engañosa superficie verde, para ponerse luego como meta "jugar bien en hierba".
Con cuatro finales en estas instalaciones y un trofeo de campeón en su palmarés (en el 2008, cuando venció al suizo Roger Federer en un trepidante duelo de casi 5 horas), Nadal se adentra ya en su cuarta final encadenada en este elitista club, donde una lesión de rodillas le obligó el año pasado a seguir desde el sofá de su casa el pulso librado entre el helvético y el americano Andy Roddick.
Es, precisamente, el estado de esas delicadas rodillas lo único que podría inquietar al campeón de Roland Garros, que notó dolor en momentos puntuales de esta edición pero que asegura, ahora, que no tiene "problemas".
"No me puedo quejar de nada. Esto sí que me preocupaba. Confiemos en que para mañana se mantengan igual de bien", expresó el manacorense hoy tras entrenarse en la pista 17 del All England Club, donde le devolvió los golpes el júnior estadounidense Michel Krueger.