Kim Clijsters es la nueva reina de Australia

La belga Kim Clijsters logró extender su dominio más allá de Nueva York, del Abierto de Estados Unidos, el único torneo del Grand Slam hasta el momento a su alcance y que, desde ahora compartirá el espacio entre los elegidos de su palmarés con el cosechado, por fin, en el Melbourne Park.

La conquista del Abierto de Australia engrandece más el trayecto de la raqueta belga, segunda del circuito hasta ahora, que dejó entrever en vísperas de la final que su retirada definitiva empieza a estar cerca.

Justo ahora cuando su compatriota Justine Henin, la otra gran raqueta en la historia del tenis de su país, hizo oficial su adiós. Por segunda vez. Pero definitiva.

Justo en este momento, en el que Clijsters empezaba a sentirse incontestable en el circuito. A encontrar ese momento por el que suspiró durante toda su vida antes de la ausencia temporal que decidió para dar paso a una familia.

La vuelta de la belga fue una decisión meditada. Calculada. Flushing Meadows empezó a reconocer a la figura grande que siempre quiso ser. Al título conquistado el año de su regreso, en el 2009, que le convirtió en la primera madre poseedora de un 'major' desde Evonne Goolagong, en Wimbledon 1980, unió el del 2010 para ampliar a tres los Grand Slam conquistados. Una cifra acorde a lo que siempre representó sobre la cancha.

"Pasaron muchas cosas en esos dos años retirada. Perder a mi padre fue muy doloroso que me impulsó a tratar de hacer algo diferente por un tiempo. Para olvidarme de eso y tratar de ocupar mi tiempo de alguna forma", explicó en vísperas de su encuentro ante la china Na Li en la central del Melbourne Park.

Ahora, con más trayecto hecho, más madura y con el convencimiento de haber encontrado su lugar en el deporte, Clijsters se plantea un paulatino abandono. Pero definitivo. Ahora que había vuelto para ampliar su dominio y lograrlo en Melbourne.